Mi nombre es Edna Cerda y actualmente soy inspectora General del Liceo Técnico Profesional San José. Es un cargo que desempeño con mucha dedicación y responsabilidad debido a las labores que debo realizar. Estas se concentran en un objetivo común, el cual es lograr la coordinación y supervisión del trabajo armónico y eficiente del departamento de inspectoría. Este objetivo, se lleva a cabo velando a diario por que las actividades del colegio se desarrollen en un ambiente seguro de disciplina, bienestar y sana convivencia, además de efectuar la gestión y administración del programa de alimentación escolar, JUNAEB.

La Fundación es un organismo que nos entrega desafíos grandes. Ello, pues la labor no solo significa cumplir con las obligaciones que nos impone el cargo a desarrollar, sino que además nos corresponde una entrega diaria a nuestros estudiantes. Hay que lograr que ellos nos vean como un referente o modelo positivo a seguir, de tal forma de hacerles ver la importancia de trabajar a diario para ser personas de bien, que conozcan sus habilidades, fortalezas y debilidades.

De los doce años que llevo en el proyecto he visto reformas de jóvenes que en un inicio eran insospechadas. Se construyó metódicamente con afecto, disciplina y comprensión hasta sacar lo mejor de ellos, llegando a ser líderes, valorándose y creyendo ser los mejores. Eso no tiene precio en la vida de un joven. Quizás, es una institución pequeña pero que entrega valores, cariño, comprensión y de cada estudiante sacamos lo mejor. No es fácil, pero los logros son muy importantes y eso me encanta. Yo tengo una frase “A nuestros estudiantes hay que sanarles el alma, y luego entregamos lo académico”.

El trabajo que se hace en la Fundación es importante, ya que en Quellón no existe otro proyecto como el nuestro. Por lo tanto, no solo se trata de un liceo que entrega un título de nivel medio como cualquier otro, sino que también formamos personas íntegras, ricas en valores espirituales, que cada día tengan mas oportunidades en sus vidas, que sepan que ellos son quienes tienen la última palabra para decidir su futuro.

Mi nombre es Paulina Díaz y soy psicóloga del programa de integración.

Yo estudié en el colegio San Agustín, el cual marcó una parte importante de mi vida, ya que me formó de manera integral y fue un espacio enriquecedor que me permitió desarrollar mis habilidades. Al ingresar a la universidad me percaté de la ventaja que tenía en cuanto a conocimientos y preparación, lo que fue gracias a todas las herramientas entregadas por el colegio.

Como estudiante me gustaba el ambiente que existía dentro del colegio, ya que se sentía como una gran familia donde todos nos conocíamos y compartíamos. Además sentía que escuchaban nuestras opiniones y nos involucraban en diversas actividades del establecimiento.

Ahora, como trabajadora, lo que me gusta de la Fundación es que existe un buen ambiente laboral, lo que se demuestra en la comunicación fluida entre todos los funcionarios del colegio. Además se promueve el trabajo en equipo, la creatividad y el compromiso.

Creo que el trabajo que se hace en la Fundación es muy importante, ya que entrega educación de calidad dentro de la comuna de Quellón, lo que permite que sus estudiantes puedan tener las herramientas necesarias para acceder a la educación superior.

Por otra parte, la Fundación se preocupa de formar alumnos integrales, centrándose tanto en el área académica como valórica.

Mi nombre Valentina Andrea Kopp Muñoz y soy Psicopedagoga del programa integración escolar.

Trabajar en la Fundación ha sido reconfortante, ya que me ha permitido retribuir lo que me enseñaron durante mi etapa escolar. Son ideales que me han marcado hasta el día de hoy, lo que comprende el aprendizaje y la calidad de valores que se me enseñaban día tras día, tanto de nuestras familias, como de la comunidad educativa.

El trabajo que se sigue haciendo permite que todo logre funcionar de perfecta manera generando grandes resultados. La comunidad educativa, si bien me ha permitido seguir creciendo como profesional, ha sido un gran desafío ya que los líderes de la institución confían en mi trabajo.

Lo mejor de trabajar en la Fundación es que existe un grato ambiente laboral. Hay confianza entre directivos y docentes, existen circunstancias para manifestarnos ante cualquier dificultad que se nos presente, y se destaca el trabajo en equipo de cada integrante del establecimiento. Considero que somos un equipo muy unido.

Por otra parte, lo que se destaca en la Fundación es la disciplina y exigencia, lo que no solamente te ayuda a crecer profesionalmente, más bien te das cuenta de las grandes cosas que puedes lograr y el desarrollo personal que puedo ir obteniendo en el tiempo.

Históricamente ha sido importante porque fue un cambio radical para la comunidad de Quellón, una pequeña ciudad, la cual necesitaba un cambio en el ámbito educativo. Gracias a los fundadores y sus ideales, hicieron que los estudiantes optaran a una educación de calidad. Denotado en el compromiso con los apoderados, creyendo mutuamente en el proyecto educativo, el establecimiento ha obtenido excelencia académica, respaldándose en la disciplina y constancia de sus alumnos, desde los inicios hasta el día de hoy, pero por sobre todo por el corazón y la dedicación al momento de actuar.

Ser parte de la Fundación ha tenido un impacto muy positivo, no solo para mí, sino que para mi familia. Yo de una u otra forma he sido parte de la Fundación desde sus inicios. Haciendo un poco de historia, yo fui alumno, apoderado y también fui funcionario del proyecto por nueve años más menos, y aprendí muchas cosas. Creo que el proyecto para mí fue una universidad. Me dieron la facilidad de poder capacitarme, de hecho muchas cosas de las que se hoy en día las aprendí gracias a todas la posibilidad que me dieron, sin ir más lejos me capacité en gasfitería y electricidad, así poder apoyar al proyecto.

Una vez que mis hijos terminaron el colegio sentí que era necesario terminar mi ciclo en la institución. Ahora sigo viniendo porque me fui por la puerta ancha creo, y gracias a eso la Fundación sigue confiando en mi trabajo y sigo haciendo mantención de ambos edificios, además lo siento como una responsabilidad por todo lo que me entregaron a mí.

Lo que más me gustó de trabajar en la Fundación fue pasar tiempo con mis hijos. Mientras yo trabajaba acá siempre mantenía contacto con ellos, sobre todo con mi hijo Cristian, que nació con algunos problemitas. Él es un niño Asperger y siempre necesitaba estar un poco cerca de él por cualquier requerimiento, por cualquier cosa.

A mi pensar la Fundación es muy necesaria para Quellón, primero por el profesionalismo con el que se trabaja. Son muchos los profesionales que participan de este proyecto y eso hace que puedan apoyar al alumno de mejor manera, como lo que pasó con Cristian. El llegó al proyecto porque nos sentíamos acogidos, con mi hija Andrea tuvimos una bonita experiencia y traer a nuestro hijo Cristian al proyecto sentimos inmediatamente que podía recibir  una gran ayuda de los profesionales.

El colegio se adaptó a las nuevas necesidades que estábamos teniendo con Cristian y eso ha hecho que hoy en día puedan venir otros niños con Asperger también y haya un buen manejo.

Yo creo que fue como una de las primeras experiencias del colegio con un niño con Asperger. De hecho yo siempre me acuerdo de unas palabras que dijo la tía María Eugenia Ramírez, cuando Cristian se licenció y dijo: “ese niño le dio sentido a este proyecto”, una frase que me llegó muy profundo a mí y la cual yo creo que refleja realmente lo que ellos sienten por cada alumno que llega y sobre todo cuando tiene algunos problemitas, los acogen y les brindan todo su ayuda.